¡Hola caracolas!
Sí, lo sé. Esta Fat Girl tiene menos palabra que Loki el mentiroso compulsivo, pero es lo que tiene entrar en una nueva empresa y encima estar pendiente de la Colección LCDE, que me impide actualizar esto una vez a la semana como comencé en un principio.
La verdad es que tengo mucho que contaros. La última vez, solo llevaba 14 kilos perdidos, pues bueno, durante esta larga ausencia esa pérdida ha aumentado hasta la friolera de 21 kilazos que he perdido por el camino. ¡Olé yo!
Estoy de lo más contenta, ya no soy tan Fat Girl como antes, solo me faltan 4 kilos más para alcanzar mi reto de los 25, pero aun así, debo decir que siempre seguiré siendo una Gorda.
Por muchos kilos que pierda, soy una gorda mental. Sí, es así.
Ahora ya me meto la talla 40 o 42, algo que hacía milenios que no conseguía y la ropa me queda decente. A veces me echaría un polvo a mí misma...(qué ególatra estoy hecha, pero es lo que hay, ¡me siento bien!). Aun así, todo esto también tiene su lado malo: La mente.
Todo el mundo me dice que pare, que ya estoy bien, pero a mí esas lorzas que se me han quedado ahí toda fofas no me molan ni un pelo (nada que una faja no arregle) pero en eso no consistía mi reto.
Ahora he comenzado con la rutina de tonificación en el gimnasio, a ver si algún día de lo que me queda de vida consigo tener el vientre plano tan deseado por muchas.

Tengo mis días de bajón, para que lo voy a negar. Después de toda una vida siendo la GORDA el cambio a veces me resulta cuanto menos notorio. Hay días en los que me noto igual que hace 6 meses, pero entonces, cojo una camiseta talla XXL que usaba antes, me la pongo y me doy cuenta que me queda para hacerme un vestido y digo, ¡Olé yo y mi fuerza de voluntad! (si no me animo yo, nadie lo va a hacer por mí)
Ahora ya me lo tomo todo con mucha más calma. Incluso peco de vez en cuando comiendo cosas que antes tenía prohibidas. ¡No os podéis imaginar el placer que da. Casi es mejor que un orgasmo! Eso sí, con cautela. Mantenerse creo que será la parte más difícil porque soy una puta gorda a la que le encanta comer guarrerías.
¡Echo tanto de menos la pasta a la carbonara que lloro nada más recordarla! Creo que hasta la huelo mientras escribo esto...¡JAPUTA!
En conclusión: Hay que sacrificarse para sentirse a gusto con uno mismo. Yo lo he hecho y estoy casi a gusto, aun me falta un poco para sentirme bien de verdad, pero eso cada cual ya sabe su límite. El mío todavía no ha llegado, pero está cerca.
El día en que entré en la tienda Pimkie (la cual hace más de siete años que no iba) y me probé unos pantalones de la 42 (que por cierto ya me van grandes y hace solo un mes) que me quedaran como un guante, creo que me dio la mayor alegría de mi vida. ¡Ya puedo comprar ropa en tiendas de flacas y os juro que es lo más! ¡Madre mía la de vestidos de guarrilla que me voy a poner! ¡Qué se prepare el mundo que esta FAT GIRL viene para comérselo! Eso sí, que no me engorde...
Tengo que sacar tiempo para explicaros de forma detenida en qué ha consistido esta tortura de dieta, pero no sé cuándo será. Ahora ya no prometo nada que me conozco y después se me va la pinza y no hago ni el huevo...Pero cuando lo haga, será en forma de vídeo para que quede todo clarinete.
Gracias a tod@s por estar aquí una vez más y espero que la próxima entrada sea para decir que ya he cumplido mi reto.
Adiós mis queridas Fat Girls.